Leamos Bereth IV
Recordad que contiene Spoilers de Encantamiento de Luna
¿Y porqué he tardado tanto en publicar ésta última entrada? Porque soy un vago redomado de tres pares de narices Porque como estudiante de bachillerato (aunque haga el social) estoy bastante ocupado y no tengo tanto tiempo como el que me gustaría. No soy como Maik, un universitario de vive la vida, tsk!
En fin, que esto no concierne al pequeño reino de Bereth...
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Capítulo 8: El tesoro más preciado
Duna sigue encerrada en la torre emulando a la archiconocida Rapunzel... la pobre se aburre mucho. Obviamente, no tiene ni siquiera un iPhone con 3G ni una BlackBerry con una más que digna tarifa de datos o al menos con Wi-Fi... ¡Y se ha quedado sin cosas que tirar! Ya arrojó la mesita por la ventana, no va a tirar también la cama, que si no a ver donde duerme la chica...
¡Y de golpe oye una voz que la llama! ¿Adhárel? No, no tendrá esa suerte de nuevo, ¡es Sírgeric! Que le dice que le lance su pelo... A ver, hombre de Dios, si no le llega ni a la cintura... Ah, vale, un mechón.
¡Puf! Magia sentomentalista al poder: Sírgeric se teletransporta a la estancia donde está Duna y... le cuenta que Adhárel es el dragón que custodia la torre.
Sí, así mismito me quedé yo. Incroyable. ¡Pero problema resuelto! Sólo tienen que llamarlo para que les saque volando de la torre... Oh, no, está hipnotizado y sólo Duna podría deshacer el hechizo. Así que, cuerda y feliz, se tira por la ventana para darse un subidón de adrenalina y para ver si así Adhárel/Dragón reacciona.
Y lo hace.
Capítulo 9: Desvelando secretos
Duna y Sírgeric consiguen escapar de la torre a lomos de Adhárel y al acabar la noche éste se transforma lentamente en humano... Y no recuerda absolutamente nada. ¡Nada! Claro, eso explicaría porqué demonios ni el mismito se ha enterado que es un dragón, uno suele enterarse de los cambios que le suceden en la adolescencia, pero parece que las escamas y los cuernos no son tan perceptibles como el vello corporal ni la pelusilla del bigote.
Bueno, una vez despierta, deciden refugiarse en casa de Aya, que no está demasiado lejos del bosque (al menos está en el mismo reino) y una vez allí se produce el conmovedor reencuentro entre Duna y ella (que suenen los violines, traed el colírio para provocar el llanto de alegría).
Total, que después de todo esto ponen a Adhárel al día, ya sabéis, no todos los días tu hermano pequeño, que se encapucha por las noches, el muy pervertido -lo sé, lo de pervertido no viene a cuento-, proclama un golpe de estado en el reino que gobernarás en un futuro no muy lejano y además lo cede al reino rival y vecino (y sino, que me lo digan a mí, que aún no he hecho semejante cosa, y mira que he hecho tonterías a lo largo de mi vida).
Pero como nuestro príncipe tiene que aprender pronto lo dura que es la vida y con una revelación chocante no es suficiente (estoy seguro de que le querían provocar un infarto), Duna decide subirle a su habitación para hacer manitas contarle que es el dragón de Bereth. Él, obviamente, no se lo cree, pero luego verá que todo encaja... y descubrirá que el arma de la Poesía Real es él mismo.
Capítulo 10: La máquina de electricidad
Hay una cosa de esta trilogía que tengo muy clara: Dimitri es tonto. Tonto, idiota e imbécil; pues no se le ocurre nada mejor que hacer caso a Teodragos (aunque al encapuchado no le quede otro remedio) y llevarle a la torre donde guardan la segunda arma más poderosa del reino de Bereth (recordemos que la primera es nuestro dragoncito Adhárel -estoy seguro que era mismo que el de la leyenda de San Jordi; pobre, qué final tendrá...-), que se trata, ni más ni menos, que de la máquina de electricidad o, para que nos entendamos, un cañón que dispara bolas eléctricas super potentes (que me recordó, por cierto, al Cañón de Maná del Tales of Symphonia -imagen al lado-... jo qué gran videojuego era -y ya de paso, para ser MÁS friki, os dejo el vídeo de la secuencia del Cañón de Maná-).
Volvamos al tema principal: el caso es que Togrados, rey de Belmont, se divierte un ratito, mata al encargado de la máquina, y dispara una pequeña -nótese la irónia- bola de electricidad, con la que se carga la granja de un pueblerino -pobre-. Claro que el Karma también parece existir en Bereth, pues seguidamente le comunican que el dragón (aka Adhárel) se ha escapado...
Capítulo 11: Noche de Luna Llena
Llegó la hora. Digo, el día. Digo, la noche -sí, la noche, ahora sí lo he dicho bien- para asaltar el castillo de Bereth. Los niños sentomentalistas están listos. Cinthia está lista. El maestro está listo. Sólo falta que se presenten Duna, Adhárel y Sírgeric... ¿habrán recibido la carta de Cinthia? ¿Vendrán...?
Mientras tanto, Duna y Adhárel despiertan después de unas horas llenas de pasión de quedarse sobadísimos por lo cansados que estaban (es que estar encerrada en una torre tirando mesitas de noche y ser un dragón que custodia dicha torre da mucho sueño) y especulan con Sírgeric sobre el reino de Belmont... y no tardan en caer en que seguramente es víctima de La Maldición de las Musas (uy, este nombre me suena de algo...), maldición que pesa sobre aquel reino en que su rey haya destruido la Poesía Real (es que mira que hay que ser lerdo para hacer semejante cosa).
Después de dichas conspiraciones -no tan alejadas de la verdadera realidad- se dirigen hacia el encuentro con Cinthia para planear el asalto a palacio y llevarlo a cabo, rompiendo el toque de queda.
¡¡Van a rodar capuchas!! Este... cabezas, quería decir cabezas.
Capítulo 12: La batalla en la torre
Cinthia, Duna, Sírgeric, Adhárel y los niños sentomentalistas (que, por cierto, molan bastante) asaltan disimuladamente palacio, sin llamar la atención, con tal fin de llegar al Cañón de Maná (aka, la Máquina de Electricidad) donde saben que encontrarán al Maestro Pokémon Encapuchado (aka, Dimitri) y a Teodragos (rey de Belmont). Así que tras subir muchas escaleras y dejar inconscientes a muchos soldados -más que Cuentos de Bereth, llamémoslo La Matanza de Bereth o La Inconsciencia de Bereth- nuestros protagonistas consiguen llegar a la torre...
Discusiones, discursos acalorados, palabras malsonantes, capuchas, limones, puñetazos, gatos eléctricos y comentarios hirientes. Teodragos se enfada con los de la Maldición de las Musas (porque sabe que es una verdad como un templo) y pone el Cañón de Maná a tope.
¿Qué pasa? Que no contábamos con una cosa: Teodragos es más tonto que el Maestro Encapuchado.
Adhárel se convierte en dragón (recordemos que es negra noche) y la electricidad atrae al tontorey de tontoBelmont al Cañón de Maná, quedándose enganchado.
Y la torre peta. Bum.
Capítulo 13: El cuento de la reina
Teodragos muere -obviamente- y nuestros protagonistas huyen en garras del dragón Adhárel. ¿Y del Maestro Encapuchado? Se le da por muerto, o por desaparecido, no se sabe... aunque yo creo firmemente que se ha ido a probar suerte a la Liga Pokémon.
Adhárel se disculpa ante el pueblo, dice que todo volverá al orden normal y la reina Ariadne nos explica, mediante un carta, su historia (muy interesante, en serio, me gustó mucho).
Poco después, Duna y Adhárel deciden partir para buscar una cura para la maldición del príncipe por todo el Continente.
Epílogo
¡¡Oh my Got d'aigua!! ¡Yo maldigo a Jane Austen por no poder leer la segunda entrega inmediatamente!
Y vivieron felices y se fueron de botellón~
4 comentarios:
¿Leamos Bereth? ¿Qué coño es eso?
Sí, probablemente haya ido a la Liga Pokémon xD Ya verás, ya verás, te queda lo más interesante muajajajaja
Jajajaja... como los otros, divertidísimo xD! Me ha encantado lo de la liga pokemon, jajaja...
Un abrazo,
Javier
le tengo tantas ganas a este libro!
besos!
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