Lo que el 2013 se llevó [Clásicos]
Normalmente, los blogueros se dedican a hacer estas entradas recopilatorias de las mejores lecturas del año a finales del año en cuestión, pero para entender esta entrada a finales del primer mes del nuevo año tenemos que tener en cuenta que yo soy más chulo que un ocho y que no he tenido tiempo absolutamente de nada hasta hace una escasa semana (aunque, aceptémoslo, mi awesomeness y mi hipsterismo tienen mucho más peso en esta cuestión). Además, mi chulería, efectivamente, va tanto más allá del ocho que pienso dividir este "ranking" en tres entradas.
Una vez propuesto este breve prólogo, creo que ya es hora de ir al grano, que al fin y al cabo lo que os interesa es conocer las obras que más me han impactado durante el 2013 y no leer cómo me doy bombo: hoy tocan los clásicos.
El principito
Infantil o no, es un clásico. Y, la verdad, no sé hasta qué punto El principito es un libro infantil. Mi historia con la obra de Saint-Exupéry es tan antigua como el mismísimo tiempo, pero por unas cosas y otras no me topé realmente con ella hasta que vi una edición por 6€ al lado de la caja registradora de Casa del Libro. Me dije "ahora o nunca" y pagué. Fue un fin de semana mágico en el que gasté tantos pósits marcando citas que casi me quedé sin ellos. Y con lo cortito y maravilloso que es, no puedo evitar recomendároslo fervientemente e intentar releerlo cada año.
—Un día, vi ponerse el sol cuarenta y tres veces.
Y poco después agregaste:
—¿Sabes?... Cuando uno está verdaderamente triste son agradables las puestas de sol...
—¿Estabas, pues, verdaderamente triste el día de las cuarenta y tres veces?
El principito no respondió.
Esperando a Godot
Este fue mi primer contacto con Samuel Beckett y os aseguro que no tengo la intención de que se quede en un rollo de una sola noche. Nunca antes me había relacionado con el teatro del absurdo, y si decidí darle una oportunidad fue porque unos compañeros de la facultad se lo leyeron al mismo tiempo y me picaron. Pasé unos días atrapado entre sus páginas a causa del modo en que Beckett mezclaba ese humor absurdo con el más crudo existencialismo y nihilismo. ¿Cómo podía sonreír ante la más desnuda y fría realidad? ¿Era para ocultar el profundo desasosiego que me producía la espera de Didi y Gogo?
La verdad es que poco más os puedo decir, pues ha sido de las pocas obras que me ha dejado sin palabras.
ESTRAGON: Siempre encontramos algo que nos produce la sensación de existir, ¿no es cierto, Didi?
VLADIMIR (impaciente): Claro que sí, claro que sí, somos magos.
Lolita
¿Aún me queda algo que decir sobre la más conocida de Nabokov? Mi relación con el escritor ruso empezó en el más profundo odio cuando descubrí que Jane Austen no le caía demasiado en gracia, pero cuando Lolita me miró seductoramente desde el estante de la librería, pude resistirme menos de lo que lo hizo Humbert Humbert cuando la vio en el jardín junto a las flores.
De Lolita, como ya os decía, he hablado muchísimo, y aunque ha pasado cerca de un año desde que la leí (Ô, le temps!), sigo sin poder sacármela de la cabeza. La obsesión, la perversión, el deseo..., todo se mezcla en la obra de Nabokov tanto para revolveros el estómago como para haceros estallar la cabeza y romperos el alma.
Recuerdo que ya en el primer partido suyo que contemplé me sentí agitado por una serie de convulsiones casi dolorosas a medida que iba asimilando tanta belleza. Mi Lolita tenía un modo peculiar de levantar la rodilla izquierda, que hasta entonces mantenía doblada, al iniciar el amplio y elástico servicio, durante el cual se desarrollaría y se recortaría contra el sol, a lo largo de unos segundos, una concatenación fundamental de equilibrio entre el pie de puntillas, el virginal sobaco, el bronceado brazo y la raqueta lanzada hacia atrás, mientras ella sonreía con dientes centelleantes al globo minúsculo, suspendido en lo alto, en el cenit del cosmos poderoso y lleno de gracia que había creado con el expreso fin de caer sobre él con un límpido zumbido de su látigo dorado.
Aquel servicio tenía belleza, juventud y precisión, así como una trayectoria de pureza clásica; y, a pesar de su tremenda velocidad, era muy fácil devolverlo, ya que en su vuelo largo y elefante no había el menor desvío.
Gimo de frustración cuando pienso que hoy podría tener inmortalizados en cintas de celuloide cada uno de sus reveses, cada uno de sus hechizos. ¡Serían muchísimo más que las instantáneas que quemé!
Jardí vora el mar
La cuarta novela de Mercè Rodoreda que leo y la cuarta que me mantiene en vilo, esta vez haciendo balancear mis sentimientos arriba y abajo como si se tratara del mismísimo oleaje. Para mí, Rodoreda no es solo sinónimo de verano porque sea la única época del año en que tenga tiempo de leerla plenamente, sino por su estilo en sí, floral y lírico, con ciertos toques woolfianos, parecido a los rayos del sol que se cuelan por entre las hojas de los árboles y a la fresca brisa nocturna. Y más en esta novela, cuyo argumento se desarrolla en, efectivamente, un jardín junto al mar, y explica la historia, narrada desde la perspectiva del jardinero, de la pareja que alquila la casa cada verano y sus amigos.
Vam passejar una bona estona amunt i avall pel camí de la til·la, sense badar boca. A vegades sentíem un vol d'ocell entre les fulles.
—Els fem por.
—Vagi a dormir, és molt tard...
Va dir que li havien vingut ganes de banyar-se i va baixar a la platja. Jo me'n vaig anar a dormir. Vaig dormir molt malament. Tot i que d'això fa bastant de temps, quan em costa de dormir, recordo com si fos ara el vol d'un ocell entre branques i la veu de l'Eugeni, molt baixa: "Els fem por..."
-----------------Paseamos un buen rato arriba y abajo por el camino de la tila, sin abrir la boca. A veces oíamos el vuelo de un pájaro entre las hojas.
—Les damos miedo.
—Vaya a dormir, es muy tarde...
Dijo que le habían dado ganas de bañarse y bajó a la playa. Yo me fui a dormir. Dormí muy mal. Aunque de esto hace bastante tiempo, cuando me cuesta dormir, recuerdo como si fuera ahora el vuelo de un pájaro entre las ramas y la voz de Eugeni, muy baja: "Les damos miedo..."
La señora Dalloway
Ya me encontré con Virginia Woolf hará dos años, cuando leí Las olas: el resultado fue un terrible dolor de cabeza y una sensación... extraña, pero agradable. Me dio dolor de cabeza porque fue difícil de entender, de seguir (la estructura, formada a través de seis monólogos internos que se van entrelazando, no facilita su comprensión), pero estaba escrito de una manera que resultaba una verdadera delicia; La señora Dalloway me constató esta primera impresión: Woolf es una autora que no se lee, se siente; a veces puedes no entender lo que Virginia está diciendo, pero siempre te embargará una sensación, algún color predominará sobre los otros y entonces no comprenderás lo que está ocurriendo, lo sabrás.
Y allí estaba él, cruzando Londres para decirle a Clarissa sin rodeos que la quería. Que es algo que no se dice nunca, pensó. En parte por pereza; y en parte por timidez. Y Clarissa: era difícil pensar en ella; ecepto a rachas, como durante el almuerzo, cuando la había visto con toda claridad, su vida entera. (...); iba pensando en todo ello, se veía que estaba pensando en todo ello, gris, tenaz, apuesto, limpio, mientras atravesaba el parque para decirle a su mujer que la quería.
Porque se lo iba a decir con aquellas mismas palabras en cuanto entrara en la habitación. Ta que era una cosa bien triste no decir nunca lo que se siente, pensó, cruzando Green Park y descubriendo con placer cómo a la sombra de los árboles estaban desparramadas familias enteras (...)
6 comentarios:
El Principito lo leí hace un par de años y me gustó.
Lolita lo tengo pendiente desde hace tiempo.
Un saludo.
En serio, adoro tus entradas. Disfruto leyendo tus comentarios sarcásticos y tus respuestas a ti mismo; me lo paso pipa leyéndolas.
Ahora, me siento mal porque no he leído ninguno de los clásicos que mencionas y... muy mal. Sí, no he leído El Principito y lo tengo desde hace años en la estantería (¡vivan las compras compulsivas que luego nunca lees!) En cuanto a las demás, ninguna me llama especialmente la atención.
¡Besos! <3
"El Principito" lo empecé pero no lo terminé porque el libro es de mi novio y, como yo lo veía tan cortito, siempre me repetía que ya lo leería más adelante.
El teatro me encanta, pero el teatro del absurdo me llama bastante, quizás empiece con "Esperando a Godot".
De Nabokov creo que leí algo hace unos años, pero fue un libro de la biblioteca y ni me acuerdo del título >.<
Y los otros dos ni los he leído ni creo que lo hiciera en un futuro, no sé :|
¡Un abrazo! ^^
Quedan todos más que anotados.
♥
He leído todos menos Jardi vora el mar y me encantaron, me apuntaré este último!
un saludo :)
lei el principito en 2013 y es *_________* bonito.
Me encanta me encanta Lolita. Me reeencanta. Maravillosa narracion y excelente historia.
Me encanta virginia woolf, tengo que buscar mas libros suyos para leer.
Publicar un comentario